LOS AMANUENSES DEL ESPÍRITU
EN LA REVELACIÓN POÉTICA
Por Bruno Rosario Candelier
A Ángel Rivera Juliao,
Intermediario entre las Musas y los hombres.
“Una onda que viene de no terrestres puntos
y alimenta con hondo e inefable alimento
los más sutiles filtros que hay en el pensamiento”.
(Manuel del Cabral, “Ego de huésped”)
“Son palabras dispersas, acaso sin sentido,
palabras misteriosas que afluyen a mi boca, cuyo origen ignoro”.
(Franklin Mieses Burgos, “Canción del sembrador de voces”)
Protocolo imaginativo y conceptual
La realidad de lo existente comprende no solo la vertiente sensorial captable mediante los sentidos físicos, sino la dimensión suprasensible con su red amplia y profunda, lo mismo en la interioridad de fenómenos y cosas, que en el ámbito de la trascendencia, del que se ocupan los sentidos interiores por sus aspectos intangibles.
Además de la percepción sensorial del mundo circundante, tenemos un conocimiento intuido de las cosas y una sabiduría revelada de verdades metafísicas, pues nuestra inteligencia cuenta con un circuito interior para captar mensajes provenientes de la cantera infinita, que los poetas metafísicos, como intermediarios de voces y señales trascendentes, comunican en imágenes a través de las cuales dan cuenta de un saber oculto cuya clave cifran en el lenguaje simbólico de la poesía.
La percepción de fenómenos y cosas genera diferentes conceptos mediante el concurso de los datos sensoriales y suprasensibles que provocan cogitaciones interiores, como la verdad, el amor o la fe, con actitudes y conceptos que concitan el conocimiento e iluminan la comprensión de lo existente y el esplendor de lo viviente. La dimensión de la belleza sensible despliega el encanto de las cosas y anticipa el fulgor trascendente del misterio. Por eso dijo Platón que el sentimiento de la belleza culmina en Dios.